martes, 26 de enero de 2016

Manos de cartón

Manos de cartón.
Que no saben sujetar un corazón. O tratar con la angustia ajena.
Bajo el derrumbe de lo que fue lo mejor de mi. Aceptando de cualquier forma que para algunos nunca existí y no existen más alternativas. Cuando no hay fuerza en la voluntad de esas manos para aclarar todo lo que oscurece y marchita el lecho de flores donde me encuentro... pensando de forma infinita el bloqueo mental que me detiene y que me aparta de respirar en paz, o simplemente de forma honesta.
Manos de cartón.
Que no insisten en rodearse de vida, de colores ni de sonrisas sinceras. Sugieren resistir y evitar cualquier cambio que rompa esta zona segura en la que no me puedo ser fiel. Alejándome cada vez más de quien soy.
Manos de cartón. Y brazos inmóviles ante todos los abrazos que no volverán.
Cualquier lluvia podría llevarse el fantasma de esta tristeza e impotencia con la que despierto día a día. Cualquier Sol puede acompañarme y secar mis lágrimas, que ya sobrepasaron el límite de lo tolerable. Muy lejos de lo que pude haber considerado infinito.
Manos de cartón. Mojadas. Inservibles. No van a sujetarme.
Corazones de cartón para quién con sus manos no aprecian el calor de un rostro enamorado. Y dan la espalda a lo bello que puede ser vivir de forma auténtica.

domingo, 10 de enero de 2016

Cada uno por su lado

Son horas la distancia que nos separa.
Y años enteros, de mañanas que nos hemos perdido juntos.
Cientos de sonrisas encadenadas a todos los abrazos que te estoy negando.
Tengo la llave que abre todos tu cielos.
Tus ojos tienen tanto amor, que prefiero no mirarte y evitar males mayores.
Nadie me ama como tu.
Nadie cuidará de mis anhelos, ni experimentará así, divertido, con mis locuras.
Nadie se acostumbrará a mi cinismo involuntario. Así como tu lo hacías.
Y tu voz infinita, aquella que me repetía cada instante que siempre me acompañaría, de cualquier forma, sin contar nunca, que sería mi instinto la causa de que ahora permanezcamos así. Lejos. El uno sin el otro. Cada uno en su mundo. Compartiendo el paso de las estaciones.
Cada uno por su lado. Careciendo ambos del amor verdadero. Y de la paz más honesta, que sólo somos o... fuimos.
Capaces de traspasar todos los límites. Sin distancias ni espacios capaces de interponerse entre tu y yo.


sábado, 9 de enero de 2016

Una vida a medias

¿Por qué nos será tan difícil asumir cuando nunca fuimos especiales para esa persona que lo es todo para ti?
Imposible de entender que tu forma de mirarle o sonreír le pase desapercibido. O sólo como cualquier cosa más que pueden darle con otros cielos. Pero bajo las mismas estrellas que nos han visto compartir tantos besos que para mi fueron especiales todos y cada uno de ellos... mientras que para ti fueron fáciles de sustituir por labios tan diferentes.
Dejé de ser quién era.
Dejé de ser feliz.
Dejé de amar las cosas que antes eran tan bonitas, porque tu nunca fuiste capaz de amarlas y sentías vergüenza ajena por mi forma de comprender la vida. Por mi forma de actuar en ella y llenarme de todo lo positivo que encontraba, en cualquier circunstancia.
Dejé mi forma de arriesgar para ser feliz.
Dejé de disfrutar del cielo con todos sus estados de ánimo.
Contigo, siempre la forma más fácil, suspendida en el aire ante tu modo de colocar guiones y pautas a la vida. Y así. Nunca será vida.
Para ti, que siempre hay niebla, que no te deja ver todo lo bueno que puede estar dentro de un corazón. Amar sin condiciones. Sin escondites. Con la valentía suficiente para afrontar cualquier dilema que nos impida crecer.
Y no quiero conservar mi corazón en un expositor de sentimientos de lo que para ti fue una colección de sentimientos ajenos que nunca te importaron.
No me convertiré en una sonámbula que se mueve por tristezas.
Me debo a mi misma todo aquello que tu nunca serás capaz de darme.
Sin límites de tiempo.
Sin distancias imposibles.
Sin rencores encadenados al pie de una cama dónde ya no eres capaz de conciliar el sueño.
Y aunque para ti soñar nunca fue una prioridad. Yo quiero seguir logrando mis sueños, que quedan lejos de ti.
Cualquier cielo espera.
Acogedor.
Sin miedos. Sin restricciones.
Sin tener en las manos para ofrecer sólo una vida a medias.